En oposición al teocentrismo surge el antropocentrismo, perspectiva desde la cual se colocó al hombre (creado por Dios) como el centro de todo.
Tras la admiración por la cultura grecorromana, en especial por su visión del ser humano, los artistas buscaron formular una nueva escala de valores éticos y morales diferentes a la impuesta durante la Edad Media.
Hubo una notoria revalorización del arte clásico en la representación de temas mitológicos y en las construcciones arquitectónicas.
El racionalismo, como línea de pensamiento, destacó que solo a través de razón se puede llegar al conocimiento. También le dio mayor valor a las cualidades artísticas y a las ciencias.
Los estudios científicos y métodos experimentales tuvieron mayor auge durante el Renacimiento, a fin ampliar los conocimientos e ideas sobre la naturaleza y el universo.
El mecenazgo fue de vital importancia para promover la producción artística y expandir el Renacimiento por el resto de Europa. Para las personas adineradas era de gran prestigio poseer obras de arte. Esto también le aportó mayor importancia a la figura del artista en la sociedad.