19 Mar
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Limitados en sus posibilidades de gasto, los reyes del periodo se tuvieron que limitar a continuar las obras iniciadas por el Imperio o efectuar trabajos imprescindibles en los palacios reales u otros edificios públicos. Pierre-François-Léonard Fontaine, que continuó siendo el arquitecto del palacio del Louvre, fue el encargado de enlazarlo con las Tullerías. Dirigió la decoración interior y exterior. El Arco de Triunfo del Carrusel fue reinterpretado, dedicándose a una empresa más propia del régimen borbónico: la expedición de los Cien Mil Hijos de San Luis a España; pero los trabajos no culminaron.

La arquitectura religiosa recibió un nuevo impulso a causa de la renovación católica del reino. La iglesia de la Madeleine se terminó; primero bajo la dirección de Pierre-Alexandre Vignon y luego de Jean-Jacques-Marie Huvé.Étienne-Hippolyte Godde se convirtió en un especialista en construcciones eclesiásticas de planta basilical, como en la iglesia de Saint-Pierre-du-Gros-Caillou y en la iglesia de Notre-Dame-de-Bonne-Nouvelle de París.

El urbanismo tuvo una gran importancia en el periodo. La construcción privada estuvo en auge hasta 1828; correspondiendo a esa época grandes zonas de la ciudad de París, como los quartiers de Saint-Vincent-de-Paul, de François Ier y de Saint-Georges.

En todos ellos se fijan las características del immeuble de rapport, módulo de estos barrios homogéneos y prototipo de lo que será el edificio burgués de todo el siglo XIX. La fachada en pierre de taille o en simple moellon enfoscado, sin ornamentos, scandée solamente por las bandas de apoyo horizontales y las pilastras de refend y harpages de ángulos verticales, donde se abren gran cantidad de ventanas que, encuadradas por persianas, originan un sobrio quadrillage a causa de su ritmo repetitivo.

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