Las lujosas sederías lionesas recibieron encargos regios y principescos. Lyon detentaba un quasi-monopolio, con sus millares de canutstrabajando a domicilio; los encargos, en beneficio de la equidad, tampoco se olvidaron totalmente de las sederías de Tours, menos prestigiosas. En Nimes había talleres de tejidos de seda e hilos de segunda calidad. En Lyon, los fabricantes como Grand Frères, Chuard et Cie, trabajaban el damasco, el lampás y el brocado ... los cortinajes de la sala del trono de las Tullerías, tejida sin reparar en gastos por la casa Grand sobre diseño de Dugourc.