13 Feb
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Los descendientes de Eduardo III, formaron parte de la dinastía de los Plantagenet, de la cual surgieron dos casas reales: la de Lancaster, cuyo símbolo era una rosa roja, y la de York, cuyo emblema era una flor del mismo tipo, pero blanca. Ambas Casas se enfrentaron en este conflicto, cuyo nombre “Guerra de las Dos Rosas” fue adoptado más tarde, en alusión a las rosas que identificaban a ambos contendientes. 


Casa de YorkCasa de Lancaster



A la muerte de Eduardo III, le sucedió su segundo hijo, que asumió a la edad de 10 años, con el nombre de Ricardo II (1377). Por su corta edad, fueron sus regentes, su madre, Juana, y su tío, Juan de Gante. 

En 1381, ya declarado mayor, dedicó su mandato a la concentración del poder en una férrea monarquía absolutista, luchando contra el poder de los señores feudales. Su tío, Juan de Gante fue uno de sus principales adversarios, y fallecido en 1399, su herencia fue incautada por Ricardo II, privando de ella a su legítimo sucesor, el hijo de Juan de Gante, llamado Enrique. 

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Tras haber tenido que exiliarse en Francia, por orden de su primo, el rey Ricardo II, Enrique regresó a Inglaterra. Obligó a abdicar al rey, quien poco tiempo después falleció, supuestamente asesinado por el nuevo rey, proclamado por el Parlamento: su primo, ya convertido en Enrique IV.

La sucesión de Enrique IV, correspondió a su deceso, a su hijo, Enrique V, en el año 1413. Durante su mandato sucedió la Guerra de los Cien años contra Francia. Los territorios franceses conquistados por Inglaterra estuvieron bajo el mando del Duque de Bedford.

Su sucesor, Enrique VI (1422), era hijo único de Enrique V y de Catalina de Francia. Siendo sucesor a la edad de ocho meses, debió ser asistido por un Consejo que a su vez dependía de la autorización parlamentaria. Ese Consejo gobernó con ineptitud, perdiéndose las conquistas que había obtenido Enrique V, siendo la derrota definitiva inglesa en 1450, con la pérdida de Normandía.

Este mal gobierno, rodeado de una Corte poderosa, conformada por nobles ansiosos de poder, y en crisis por las deudas emergentes de la frustrada guerra contra Francia, tuvo su punto culminante, con la manifestación en el rey de trastornos psiquiátricos, lo que estimuló a la Casa de York, descendientes de la línea de Ricardo II, a tener pretensiones de poder.

En 1453, el Duque de York, Ricardo Plantagent, fue nombrado para encabezar el Consejo que asistiría al rey, que pasaba una aguda crisis en su enfermedad. El duque de York, trató de apoderarse del trono, pero dos años más tarde, Enrique IV, fue considerado nuevamente apto para el ejercicio del poder, y Ricardo debió retirarse de la Corte por mandato de la esposa del monarca, Margarita de Anjou, quien comenzó a cobrar poder, ante la poca capacidad de mando de su marido.

Varios miembros de la nobleza, unieron sus fuerzas a la de Margarita para oponerse a Ricardo, quien aduciendo como motivo que los consejeros eran nocivos para el reino, quería obtener el poder, comenzando así una guerra civil cuya primera acción bélica fue la Batalla de San Albano, el 22 de mayo de 1455. En esta batalla la Casa de York, con el liderazgo de Ricardo, se impuso frente a la de Lancaster.

Se sucedió un período de reconciliación, que fue aprovechada por Ricardo para ser nombrado Lord Protector del monarca, que nuevamente había sido víctima de su enfermedad mental.

En 1456, la Corte se instaló en Coventry, ya que en Londres el rey no gozaba del apoyo popular, donde sí crecía el de los York.
En 1459, se reanudaron los conflictos entre ambas Casas, con la Batalla De Blore Heath, donde triunfó la casa de York, aunque la situación se revirtió en la Batalla del puente de Ludfor, donde los Lancaster, obligaron a Eduardo de York, a escapar hacia Calais, ciudad a cuyo mando se colocó a Somerset como gobernador, pero donde los York mantuvieron supremacía, constituyendo ese lugar en centro de operaciones para hostigar la costa de Inglaterra.

El 10 de julio de 1460, nuevamente se enfrentaron ambos bandos en la batalla de Northampton, que terminó con el triunfo de los York, y la captura del monarca Enrique VI, que fue llevado cautivo hacia Londres.

La Casa de York, reclamó la Corona para Ricardo, pero el Parlamento se limitó a remover a los miembros del consejo de Regencia, manteniendo el trono para Enrique.

Ante la insistencia de Ricardo, quien presentó pruebas de su legítima descendencia de Lionel de Amberes, tercer hijo varón de Eduardo III, se firmó en 1460, el Acta de Acuerdo, por el que se reconocía derechos sucesorios a los York, en desmedro del príncipe Eduardo, lo que desató la furia de los Lancaster, que el 30 de diciembre de 1460, arrasaron el ejército de los York, en la Batalla de Wakefield, que terminó con la vida de Ricardo.

Por el Acta de Acuerdo, muerto Ricardo de York, a quien se le concedían derechos al trono, estos pasaran a su hijo mayor, Eduardo, ahora Duque de York.

La reina Margarita logró el apoyo de Escocia, a cambio del casamiento de Eduardo con la hija de la reina de Escocia y la cesión de la ciudad de Berwick.

El 22 de febrero de 1461, otra vez San Albano fue escenario de una batalla, pero esta vez los perdedores fueron los York, quienes liberaron al cautivo Enrique VI.

En Londres, se negó la entrada a los Lancaster, y se aclamó el arribo de las tropas de los York, donde Eduardo, por aclamación popular fue coronado por el Parlamento.

Sin embargo la batalla crucial aún no había sido librada, y fue la de Towton, que dejó un saldo de más de 20.000 muertos, y consagró el triunfo definitivo de los York, sobre los Lancaster.
El rey Jacobo III de Escocia brindó refugio a Enrique y Margarita, intentando invadir Carlisle con resultado negativo.

En junio de 1461, se produjo la asunción oficial de Eduardo IV, como rey de Inglaterra, librando batallas para recuperar los dominios que aún estaban bajo el poder de los Lancaster. En 1465 Enrique fue hecho prisionero alojándolo en la Torre de Londres.

Firmó con Francia en 1474 el Tratado de Picquigny, que otorgó al pueblo cierta tranquilidad, pero gobernó con demasiado autoritarismo.

Eduardo IV, perdió pronto su popularidad. El pueblo comenzó a sentirse sometido por las alzas impositivas y el desconocimiento de sus derechos. Además, su propio entorno, estaba contrariado por el casamiento de Eduardo con Isabel Woodville, que dejaba de lado el plan de unirlo con la dinastía francesa.

Jorge, el hermano del rey, organizó un ejército que se enfrentó a las tropas reales en la batalla de Edgecote Moor, encarcelando a Eduardo IV, quien pudo liberarse con la ayuda del duque de Gloucester.

Los enemigos del rey, entre los que se destacaba Warwick, fueron expulsados y se retiraron a Francia, donde también se hallaba Margarita de Anjou. Estos grupos exiliados a pesar de haber combatido hasta el momento en bandos opuestos, decidieron aliarse para unir fuerzas a fin de atacar Inglaterra, lo que aconteció en 1470. El Príncipe Eduardo, hijo de Margarita se casó con Ana Neville, hija de Warwick.

Enrique VI fue restaurado en el trono, pero fue asesinado el 14 de mayo de 1471, siendo ocupado el trono nuevamente por Eduardo IV.

En 1483, falleció Eduardo IV. Su sucesor, Eduardo V, por su corta edad (12 años) debió quedar bajo la regencia de su tío, Ricardo, Duque de Gloucester, quien encerró al niño junto a su hermano, (ambos niños fueron probablemente asesinados) reclamando para sí el trono de Inglaterra, alegando que habían nacido de una unión ilegítima entre Eduardo e Isabel Woodville.
El Parlamento accedió a la petición y Ricardo tomó el trono como Ricardo III, perteneciente a la Casa de York.

En el bando de los Lancaster, Enrique Tudor, descendiente de Eduardo III por línea materna, intentó recobrar el poder para la Casa de la Rosa Roja, y lo logró el 22 de agosto de 1485, luego de vencer a Ricardo III en la Batalla de Bosworth.

Es este el momento en que se avecina el fin del conflicto, ya el nuevo rey, Enrique VII, contrajo enlace con Isabel de York, hija de Eduardo IV, reuniéndose por fin las dos casas en pugna, surgiendo el nuevo emblema como síntesis de las dos rosas: La Rosa Tudor.

Esta guerra dio término al feudalismo inglés, quedando la aristocracia sumida en la ruina, para iniciarse el período renacentista. Los nobles perdieron poder y tierras, frente a una monarquía autoritaria, que concentró bajo su dominio autoridad y territorios.


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