21 May
21May

en el actual modelo de sociedad postindustrial, la máxima “más rápido, mejor y más barato” ha generado una ostensible aceleración de los procesos de diseño como consecuencia de la evolución de los medios digitales y las tecnologías de fabricación, obligando a los profesionales latinoamericanos a volcarse hacia un pensamiento más estratégico. en tiempos recientes, el diseño se ha desplazado ―como ha sugerido Guy Julier― “de la resolución de problemas a su procesamiento, y, como tal, de ‘lo multidisciplinar’ a lo ‘interdisciplinar’... Muchas empresas dedicadas al diseño han evolucionado desde la consideración de imágenes, objetos y espacios, a la investigación y provisión de relaciones y estructuras”.13 Asimismo, muchos diseñadores, insatisfechos con la habitual tarea de ejecutar los proyectos de otras personas, están comenzando a asumir el control de su trabajo mediante la creación y la comercialización de sus productos y servicios, en muchos casos vinculados a los referentes de la cultura local y a los modos de producción propios de su país. cada vez son más los diseñadores que son sus propios clientes y sus propios agentes. ejemplo de ello son los colectivos, empresas, microeditoriales y estudios de diseño (perfectos Dragones, Doma, Nobrand, eloísa cartonera y puroDiseño en Argentina, revolver en panamá, Masa en Venezuela, Éramos tantos y Zoveck en México, populardelujo en colombia, Ma+Go y Misericordia en perú, el pobre Diablo en ecuador, Mechanical studio, Musuchouse y es Diseño Ltda. en chile, los ubicuos hermanos campana en Brasil, etc.) que han desarrollado sus propias marcas de indumentaria, líneas de mobiliario, blogs, magazines, ferias, servicios
especializados, etc., en el marco de las industrias creativas. Aunque la brecha entre inforricos e infopobres sea cada vez mayor en Latinoamérica y también en el resto del planeta, sin duda alguna el acceso a la red y el uso de las mismas tecnologías y softwares que nuestros pares norteamericanos, europeos o asiáticos, desde hace aproximadamente dos décadas, han generado un inédito panorama en la producción de los diseñadores latinoamericanos. si antes existían referentes ―locales e internacionales― relativamente claros, hoy en día se han desdibujado. A pesar de la falta de comunicación entre los países del continente, ya sea por disputas políticas, prejuicios, distancia física o lo que sea, hace dos o tres décadas los “nombres” en el diseño en Latinoamérica eran de consenso: rubén Fontana, Luis Almeida, clara porset, David consuegra, claude Dieterich, Álvaro sotillo, ricardo Blanco, santiago pol, Vicente Larrea, ronald shakespear, por mencionar sólo a algunos de ellos. si antes se creaban (fuera de Latinoamérica) estándares de diseño arrolladores, parece ser que hoy se generan referentes más modulados, en un libre mercado disperso y fragmentado por la era de la cultura en red y al mismo tiempo por la dificultad actual de establecer referentes categóricos que aglutinen el ideal de un “buen diseño” con un poder de incidencia de hondo calado en varios frentes. La cuestión es que en los nuevos escenarios de la información y del conocimiento, que por cierto habitan muchos diseñadores, la tradicional concepción lineal de producción y transferencia de información, basada en el eje ciencia-tecnologíaindustria-sociedad, se ha transformado en una red compleja y no lineal de relaciones de carácter transdisciplinar.14 coyuntura
que plantea nuevos desafíos a la profesión en Latinoamérica y que reivindica la figura de un diseñador menos obsesionado con los “objetos” y más sintonizado con las “personas” y la cultura material (preocupación por el entorno, forma de uso de un producto o servicio, significado para el usuario, experiea global que proporciona su uso o propiedad, etc.). No está de más decir que hablar de un “estilo de diseño latinoamericano”, además de equívoco, resultaría pretencioso. sin embargo, el acercamiento que han proporcionado las redes sociales y la emergencia de instancias de encuentro y debate como la Bienal Ibero-americana de Diseño y otros emprendimientos como trimarchi (tMDG), Inspiration Fest y el Festival Internacional de Diseño en Argentina; sudala y Latinlover en chile; DesignFest en México; la itinerante Bienal de tipos Latinos o el reciente primer Festival Internacional de Diseño en centroamérica (FID), son claros ejemplos de convergencia, que aportan a la reflexión crítica originada desde la propia realidad latinoamericana. Aunque en la formación de su identidad la región se ha visto escindida por la combinación de elementos vernáculos con la base cultural europea y el modelo de sociedad de consumo norteamericana, no cabe duda de que la práctica del diseño ha comenzado a posicionarse cada vez más en el ámbito de las industrias culturales. y los productos culturales constituyen recursos estratégicos para instalar una identidad diferente y también memorable. tal vez, como señala el diseñador rodrigo Alonso al comienzo de este artículo, y considerando la “buena conducta” que ha mostrado últimamente el continente ante las audiencias externas, sea un buen momento para ser un poco más “insolentes”.

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